Nunca desestimes el valor de una cebolla

Que una pequeña planta herbácea pueda hacer temblar al gobierno de la mayor democracia del mundo parece imposible, pero no lo es. De hecho ha tenido el poder de hacerlo en varias ocasiones.

La cebolla, un ingrediente imprescindible en la comida india, básico para la preparación de (casi) todos los platos de este país del sur de Asia, puede mover montañas (y hacer perder elecciones a gobiernos) si no se sabe manejar el alza de su precio.

En 2010, India vivió su mayor “Crisis de la cebolla”. Debido a las excesivas lluvias fuera de temporada que se produjeron durante el mes de noviembre, las cosechas de cebolla fueron devastadas. Cuando en diciembre llegó el momento de la recogida, la producción no era, ni mucho menos, la que se esperaba: de entre 2.000 y 3.000 toneladas que se suelen recibir en los mercados diariamente, pasó a recibirse entre 700 y 800 toneladas al día.

cebolla

La disminución del producto trajo, inevitablemente, el aumento del precio de la cebolla: lo que normalmente se pagaba a unas 35 rupias (..) el kilo, pasó, en cuestión de días, a pedirse entre 80 y 90 rupias (unos..). Se calcula que en todo el país el precio subió un 135%, un despropósito (y un “asunto de gran preocupación”, como el Primer Ministro dijo en aquel momento) para el segundo mayor productor de cebollas del mundo.

El Gobierno, viendo la crisis que se le caía encima, actuó con rapidez: prohibió las exportaciones de cebollas y liberó de impuestos las importaciones provenientes, sobre todo, de Pakistán. Medidas no sólo para equilibrar la cantidad de cebolla que hubiese en el país, sino también para equilibrar su propia popularidad.

Porque ya pasó anteriormente que los precios de la cebolla fueron un factor decisivo para otros gobiernos indios. En 1998, el partido hinduista BJP perdió el gobierno en los comicios regionales de Delhi por no saber manejar el alza de sus precios. Y las cebollas también fueron responsables de la caída del gobierno nacional en 1980. A los comicios que desembocaron después, Indira Gandhi, entonces parte de la oposición, les dio el sobre nombre de “las elecciones de la cebolla”, las que, por cierto, ganó posteriormente, convirtiéndose en la Primera Ministra.

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“Evidentemente nadie morirá de hambre si no hay cebollas- comentaba un analista en los medios locales a raíz de la crisis de 2010- pero su escasez hace que su sabor falte en las platos o que para incluirla haya que pagar más dinero. Algo que hace infeliz a la gente”. ¡O que la enfada! Porque se produjeron manifestaciones en casi todas las ciudades del país: sólo en Delhi se movilizaron 20.000 personas, y los collares de cebollas se convirtieron en un símbolo de la protesta.

Para entender el problema político hay que entender la gastronomía: para la población india la cebolla es no sólo un alimento básico, sino esencial. Incluido en todos los platos, se toma hasta de acompañante con la propia comida (que ya tiene cebolla como ingrediente), siendo muy común que los indios tengan siempre a mano un platito de cebollas cruda cortadas que se aliñan con limón y se mojan en una salsa verde a base de cilantro y menta.

Tanta es la importancia, que el fenómeno tiene nombre propio (“el factor cebolla”) y los gobernantes indios saben que se tiene que tener muy en cuenta lo que le ocurre a este pequeño vegetal porque en India, la cebolla no hace llorar sólo a los cocineros, sino también (y yo diría que sobre todo) a los políticos.

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