Gritar “¡me encanta!” cuando estás sumergido en un mar de dudas o preguntar el “¿quieres más a papá o a mamá?”. Vivimos rodeados de contradicciones y he descubierto que también hay una “contradicción gastronómica”.
Os pongo en situación: agosto, 45 grados a la sombra, niño de 6 años, polo en mano y comienza el deshielo… cara y manos pringosas. De repente, aparece el pañuelo de su madre frotando los churretes de la cara como si no hubiera un mañana. Y entonces, se hace el llanto.
¿Te suena, no? Yo lo he vivido mil veces (que ya podía haber aprendido a tomar el polo junto al ventilador…). En fin, que tomar un helado podía ser el momento más dulce y feliz del día y también el más amargo. Por eso creo que ha llegado el momento de destruir tal contradicción y disfrutar de un helado sin dar explicaciones y lejos de pañuelos-estropajo.
Y lo hice el otro día. En pleno centro de Madrid, en Malasaña, donde encontré una pequeña y colorida tienda de polos, ‘Lolo’, cuya historia nos lleva a Tanzania. (Si tienes listo el pasaporte, puede seguir leyendo).
Sabores del mundo
Las propietarias de ‘Lolo’, Azmina Khanbhai y su hermana Ashrafa, crecieron en Tanzania, en una familia que les inculcó el valor de lo natural. Cada verano se relamían los dedos con los polos artesanales que su madre fabricaba con los aguacates de su jardín en una heladera de madera. “En Tanzania no se podía comprar nada industrial”, nos cuenta Azmina, quien tampoco lo hubiera querido. Porque años después – y ahora en España – ha buscado la forma de hacer que sus hijos disfruten con polos 100% artesanales.
Azmina tiene una historia digna de protagonizar una película o uno de estos programas de “Españoles por el mundo”: de familia india y nacida en África se fue a vivir a Inglaterra, donde estudió y trabajó como médica. Primero el amor la trajo a España, y ahora sus hijos la han llevado a hacer de su pasión su oficio, que nada tiene que ver con la medicina. “Ahora que tengo niños vi que todo era muy artificial y pensé en hacer mis propios helados como hacía mi madre”.
Por eso solo usa ingredientes frescos de temporada y se preparan uno a uno y a mano. “La única máquina que tenemos es una batidora para triturar, una exprimidora y una que congela. Hay una persona dedicada – literalmente – a exprimir fruta… hasta las picotas se deshuesan a mano y los palos se sellan uno a uno”, reconoce.
A sus creaciones no las llaman polo, sino ‘Lolo’: “No nos consideramos como los polos de toda la vida, no tiene nada que ver con nosotros. No hay aditivos, saborizantes y ni colorantes. Si lo tomas, te sientes tan bien por fuera como por dentro”.
Raíces, viajes y especias
En su familia siempre se ha cocinado con especias de todo tipo. “El manejo de las especias lo tienes o no lo tienes y yo lo tengo desde pequeña. Además nací en un país tropical y las frutas tropicales son de mi infancia.” De ahí, que encontremos ‘lolos’ tan sorprendentes como el ‘pink mojito’ (hecho con pomelo, limón y menta y sin alcohol), el de paraguaya con agua de rosas (casera y con pétalos de verdad), el de albaricoque y té verde, o el de mango, leche y cardamomo.
Polos de yogur, de leche fresca y de hielo, que cambian cada día según el producto de temporada. Y en esta lista no puede faltar el de limón con semillas de amapola y chía. “Los niños suelen sorprender a los padres con los sabores que eligen”.
Pero como los polos no son solo cosa del verano, ya están pensando en la ‘carta’ de invierno: “No haremos como el resto polos de vainilla o de dulce de leche… queremos seguir con nuestro rollo. Los ‘lolos’ serán menos refrescantes y diferentes… pero seguiremos haciendo lo mismo”.
En la tienda, junto a mí, un niño eligió el ‘lolo’ de limonada de fresa. Yo me decanté por el pink mojito. Al salir de la tienda, y mientras lo saboreaba, lentamente empezó a chorrear. Cuando mi madre no apareció para limpiarme los churretes descubrí que me había hecho mayor, pero que podía seguir disfrutando como una niña.
Al preparar este artículo se nos ha hecho la boca agua con:
Polos Lolo
Calle del Espíritu Santo, 16
28004 Madrid
Polos lolo
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