El icono más picante

Como perros de Pavlov, los aficionados al tabasco (¿has probado a rociar las pizzas con esta infernal salsa picante?) arrancan a salivar nada más contemplar esa botellita inconfundible, recipiente del néctar que quema sus bocas, descongestiona sus vías respiratorias y –en casos extremos– los convierte en falsas plañideras en busca de algo –agua, migas de pan, un trago de-lo-que-sea-por-Dios– que alivie su masoquista gusto. Sufrir para gozar es una forma como otra cualquiera de disfrutar en la mesa.storeEl sexo y la comida comparten muchas cosas, entre otras la importancia del packaging; es decir, la “presentación” de toda la vida, el arte de crear un contenedor que proteja el producto, lo identifique y conserve, informe de sus características y, sobre todo, atraiga irresistiblemente con la promesa del placer inminente. Al abrigo del desarrollo de la sociedad de consumo surgieron numerosos ejemplos (la botella de Coca-Cola quizá sea el más popular) de este hermanamiento entre continente y contenido, entre ellos la icónica botella de Tabasco de 2 onzas (menos de 50 gramos) que nos ocupa, nacida del puro azar.

OPORTUNISMO COMERCIAL
La culpa de todo es de la capsaicina, el compuesto químico que actúa como el componente activo de los pimientos picantes. Sin ella, Edmund McIlhenny no habría inventado en la década de 1860 la potente salsa que nos ocupa. McIlhenny, amante de la comida y cultivador entusiasta, recibió una remesa de semillas (capsicum frutescens) de pimientos de este tipo proveniente de México y América Central. La plantó en sus terrenos de Avery Island, en Luisiana (sur de EE.UU.) y obtuvo unos seductores pimientos que utilizó para crear una salsa que diera sabor y alegría a la dieta.PepperFieldsHarvest1Nuestro hombre escogió los frutos más rabiosamente rojos, los mezcló con la sal del lugar y “envejeció” el resultado durante 30 días en barriles y vasijas. Después añadió vinagre blanco francés y volvió a dejar pasar un mes. Para embotellar su creación, no encontró nada mejor que pequeñas botellas del estilo de las que se usaban entonces para la colonia, equipadas con un dosificador, ya que su salsa era tan poderosa que debía rociarse y no verterse. La actual y popularísima botella de 2 onzas contiene exactamente 720 gotas y nació en 1927 como una copia de aquel original con tapón de corcho que se usó a falta de algo mejor.FactoryMashVinegar
“That Famous Sauce Mr. McIlhenny Makes” (‘esa famosa salsa que hace Mr. McIlhenny’) fue bautizada con el nombre de “Tabasco” por su creador, ya que algunos de los chiles rojos que le regalaron tenían su origen en la región mexicana de ese nombre. Este salsero entrepreneur patentó la denominación en 1870 y empezó una larga carrera de éxito que lo sobrevivió. Su criatura llega a más de 165 países con una sola novedad en la elaboración de su receta: hoy la salsa se macera durante tres largos años en barricas de roble blanco.

Quién sabe, tal vez cuando los arqueólogos del futuro lejano o los alienígenas encuentren los restos de nuestra civilización, sea una de estas botellitas de tabasco una de las pistas que les digan algo de quiénes éramos.

Fotos: TabascoLegal-Tagline


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