El Zen de la cocina

La sala es blanca, moderna y algo fría. Una olla grande sobre una vitrocerámica, tablas de cortar, cuchillos e ingredientes están dispuestos sencillamente sobre una mesa. Arroz, apio, zanahoria, cebolla, puerro y nabo. Me he apuntado a un taller sobre cómo se prepara la guenmai, la crema de verduras que tradicionalmente se toma como desayuno en los monasterios zen después de la meditación matinal. No estoy en Japón, sino a un cuarto de hora escaso de mi casa, y Sergi Kogen Rull, el monje budista del Centre Zen de Barcelona – Templo Zen “shingetsu ji” que nos enseñará, habla el catalán con el mismo acento de ciudad que yo.

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La guenmai no es un alimento milagroso ni tiene propiedades místicas. Me atrevería a decir -no la probé, porque tras dos horas de taller todavía le quedaba un buen rato de cocción- que es más alimenticia que sabrosa. Podría prepararse con un esfuerzo mucho menor utilizando una picadora vulgar y corriente pero, la primera lección que aprendemos es que en el zen se trata del proceso, y no el producto. Cortamos las verduras en cuadraditos idénticos, cuidando de que ninguno se nos salga del plato. Que todos sean idénticos. Y esto sólo se logra mediante otro de los pilares de esta escuela del budismo: estando presentes en el momento, concentrados en lo que ocurre a cada instante. Cada cual se centra en la forma de la verdura que le ha tocado, observando la sombra que proyecta en el plato, el ruido del corte, el tacto del cuchillo. Esfuerzo y relajación, y con ellos, actitud de servicio.

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En 1237, Eihei Dogen, uno de los maestros de la escuela Soto del budismo zen, escribió las «Instrucciones al cocinero». Este libro pone de relieve la importancia de esta figura en los monasterios, y sigue dando una guía sobre cómo darle valor a la experiencia cotidiana de cocinar. Explica, por ejemplo que «tras haber terminado la comida del mediodía, el tenzo busca al intendente que le entrega cereales, legumbres y otros productos para la comida del día siguiente. Una vez que estos productos están en vuestras manos, debéis cuidarlos como a la niña de vuestros ojos. ¿Acaso no dijo el maestro zen Honei Nin´yu: «los objetos y los bienes de la comunidad que utilizáis cotidianamente son la niña de vuestros ojos, protegedlos y cuidad de ellos.? Tratad los alimentos con el mismo respeto con el que trataríais a los destinados a la mesa del emperador.»

Este cuidado exquisito en la preparación de los alimentos -que, de hecho, en el zen es aplicable a toda actividad humana- sigue siendo una tradición en los monasterios. La directora Doris Dörrie explicó en el documental «Cómo cocinar tu vida» cómo se vive en el monasterio de Tassajara, en Estados Unidos, cuya cocina ha alcanzado fama en todo el mundo. La idea consiste en habitar plenamente el momento consciente… meditando, andando y sí, también cocinando.

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¿Y yo, he alcanzado algún tipo de iluminación, con la experiencia? No, pero acostumbrada, como estoy, a tomar atajos, a hacer veinte cosas a la vez, a cocinar o comer delante de la tele, la experiencia de centrarme en la comida, de repetir mis movimientos una y otra vez sin desviar la atención, se convierte en un acto sorprendentemente íntimo: quedarme a solas con mi conciencia.

Fotos: Sergi Rull

Al preparar este artículo se nos ha hecho la boca agua con:

El Zen de la cocina

Introducción a la guenmai

Una comida sana y simple en torno a la cual se realiza una práctica de cocina que es parte de la vida cotidiana en un dojo y en los retiros de meditación zen (sesshin).
Centre Zen Barcelona
Calle de Bacardí, 10, bajos (Sants).
Metro Badal de la L5 o Santa Eulalia de la L1.
 

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