Odio esa frase que afirma que toda crisis es una oportunidad. Me da igual cuál sea el ideograma en chino porque lo cierto es que, en la mayoría de las ocasiones, una crisis es una crisis, es decir, una situación que deja a mucha gente fuera, que crea situaciones dramáticas y que acaba por afectar con mayor intensidad a quienes ya con anterioridad era más vulnerables.
Sin duda hay quien tiene la ocasión de reinventarse, pero eso no es debido a la crisis sino al esfuerzo y a una buena dosis de suerte. Poco tienen que ver los ideogramas chinos y los discursos motivacionales porque, por desgracia, en la mayoría de los casos las crisis no aportan nada positivo a aquellos a quienes afectan. Pero sí es cierto que, en paralelo, pueden hacer aparecer proyectos que exploran nuevas dimensiones de colaboración y nuevas fórmulas para ayudar a la inserción de esas personas que se han visto afectadas por circunstancias sobrevenidas.
Si hablamos de alimentación y conciencia solemos pensar en comedores sociales, en los aspectos ecológicos de la producción, en sostenibilidad, en emisiones de carbono, en proyectos que recuperan formas tradicionales de trabajar… Pero pocas veces se nos ocurre considerar la alimentación como una vía de integración. Y ahí es donde conozco el proyecto Milhistorias, una iniciativa que nace de RAIS Fundación y que busca, precisamente, ofrecer alternativas laborales a personas en riesgo de exclusión social contando para ello con la alimentación como principal argumento.
Porque si es cierto que existe un mercado alimentario cada vez más concienciado, también es posible explorar esa concienciación, esa implicación en los detalles de la producción, de su gestión y de su distribución desde una perspectiva social, sumar a todos los activos de un consumo responsable uno más: la creación de alternativas laborables reales para los participantes en el proyecto.
Cuando en el año 2004 RAIS Fundación puso en marcha su primer huerto ecológico en Brunete, al norte de Madrid, estaba poniendo en marcha una iniciativa que hoy ha dado el salto a la venta online y que se define como una empresa de inserción, un proyecto sujeto a la dinámica de una empresa convencional, que aporta productos y servicios a cambio de una prestación económica, pero que mide su beneficio también en la capacidad de inserción social. De ese modo, el huerto comenzó a convertirse en un centro de empleo para trabajadores en inserción, es decir, un lugar en el que, a través de un itinerario personalizado, se trabaja hasta la inserción efectiva del trabajador en el mercado laboral. No se crean puestos de trabajo permanentes sino que se forma, se capacita y se reintegra en el mercado a través de la producción agroalimentaria.
Este enfoque, vinculado a la línea de acción de RAIS Fundación en relación con personas sin hogar, inmigrantes en situación de exclusión, personas con adicciones o discapacidades, ha permitido a Milhistorias crear, en el año 2014, cinco contratos que se suman a los 12 creados en proyectos paralelos.
Pero, centrándonos en el producto que ponen en el mercado ¿Qué es lo que ofrece Milhistorias? Básicamente la venta online de cestas de verduras, ecológicas y de temporada, que se distribuyen a toda la Península. En estos momentos, por ejemplo, judías verdes, espinacas o lechugas con certificación ecológica que llegan al domicilio del comprador en 36/48 horas.
Tiendas de producto ecológico hay muchas, es cierto. Y sitios online en los que comprar producto de temporada también. Pero lo que hace de Milhistorias algo especial es que a todo esto, que ya de por si resulta interesante, se la añade un contenido social absolutamente fuera de lo común y que permite que la cesta sea mucho más que alimentos de temporada.
Con frecuencia nos olvidamos de que comer (y comprar comida) puede ser un acto político, una serie de decisiones que nos sitúan como consumidores y como ciudadanos y que pueden colaborar en el desarrollo de pequeños proyectos, de formas de comercio justas y sostenibles o, como en este caso, en la inserción laboral de colectivos desfavorecidos.
No está de más acordarse, a la hora de decir qué compramos y dónde lo hacemos, que con cada euro que gastamos podemos adquirir un producto o, además, hacer algo más, invertir en desarrollo social y apoyar proyectos concretos. Y no está de más conocer la labor de iniciativas como Milhistorias, que además de facilitarnos el acceso a alimentos de calidad nos informan de una realidad, nos permiten implicarnos y ayudan a crear condiciones para una sociedad más justa también en lo alimentario.
Al preparar este artículo se nos ha hecho la boca agua con:
Mil historias
Milhistorias
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28050 Madrid
Tel: 91 724 13 63
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