Hay comidas que unen a las personas, culturas y mundos diferentes y son ésas las que se quedan para toda la vida y no sólo eso, sino que además se transforman y crecen; esto es lo que afirman Yotam Ottoloenghi y Sami Tamimi en su imprescindible libro “Jerusalén. Crisol de las cocinas del mundo”. Ambos solían hablar mucho de Jerusalén, pero sin prestar nunca mucha atención a la comida de esta ciudad hasta que un día comenzaron a hablar de sus platos preferidos y, ¡voilà!, apareció el hummus. Desde entonces se convirtió en una obsesión para ellos.
Algo parecido te va a ocurrir a ti, y conste que no somos Nostradamus, porque el hummus son las legumbres de la generación que se saltó las legumbres. Estamos seguros de que a ti, que de niño apartabas los garbanzos en el margen del plato para dedicarte al chorizo, la morcilla o al tocino, te va a pasar exactamente lo mismo. Puede que movieras la cabeza con renuencia cuando veías acercarse el plato lleno de legumbres, puede que en tu inmensa cuchara sólo viajase, como en las nuestras, un solitario garbanzo, puede incluso que cerrases los ojos o, como Mafalda, pusieras una cuerda alrededor de tu sitio en la mesa como frontera para que no entrasen las legumbres. Para ti, tanto si te gustaban las legumbres como si no, también el hummus se va a convertir en algo que no podrás olvidar y a lo que te apetecerá echar mano casi a diario, porque ¡mira que está rico! ¿Y quién, criatura, te iba a decir que no podrías prescindir de las legumbres?
El humus del hummus
El origen del hummus está en oriente hace miles de años.
Quizás no sabes que el hummus es más antiguo que tus abuelos; pero bastante más: incluso algunos dicen que se remonta al antiguo Egipto. Bueno, los garbanzos se empezaron a cultivar hace unos cinco mil años (de hecho, es lógico que sean tan antiguos como la escritura, porque de lo contrario ¿cómo se iba a escribir garbanzo?) y se extendieron por el PróximHumo Oriente.
En esa región, tan maltratada por la historia, surgió el hummus, cuyo origen es tan antiguo como el cultivo del garbanzo. No sabríamos decirte en qué país con exactitud, porque muchos se lo disputan, pero sí podemos decirte que el Líbano es nuestro favorito, porque allí se toma mucho hummus…, aunque los garbancitos, esos deliciosos que se compran en el kiosko por nada y menos, son típicos de Turquía. En fin, el hummus nos parece una comida propia de elfos, porque es ligera y alimenta, está sabrosa y tiene una apariencia muy atractiva, pero no creemos que podamos rastrear su origen en la Tierra Media: nos pilla un poco lejos.
Y ya que hemos hablado de los elfos y las legumbres, no estará de más hablar no sólo de lo buenas que están, sino también de las propiedades que tienen las legumbres. Estas propiedades nutricionales convierten a los garbanzos verdaderamente en una comida mágica: son bajos en grasas (¿no te decimos que son élficos?), están repletos de proteínas, reducen el colesterol malo, ayudan a mantenerte joven (vamos, que tienen antioxidantes), pero también son alegres porque tienen un saludable efecto antidepresivo (tienen triptófanos), contienen mucha fibra (¡una ayudita para los estreñelfos!), hidratos de carbono… y, ¡tachán!, el hummus es fácil de hacer y tirado de untar. Vamos, que tu madre no te había cogido manía los miércoles cuando tocaba comer garbanzos: sabía muy bien lo que se hacía.
La receta de hummus perfecta
Si quieres saber cómo preparar hummus, atento, es muy fácil.
Mira si es fácil hacer hummus que solo necesitas garbanzos, tahína, zumo de limón, ajos, comino, una pizca de sal y ¡Rock and roll!
La receta que acabas de ver es la receta de hummus básica pero con ella podrás hacer un montón de combinaciones para no aburrirte, estás ante una preparación muy versátil, que lo mismo te servirá para un roto que para un descosido con la ventaja de que siempre quedarás como un rey. Además, el hummus puedes introducirlo tanto en comidas formales—y te puedes tirar un buen rollo hablando de su origen y de sus propiedades—como en las informales con tus colegas.
Puedes darte el lujo de hacer unas fajitas de pollo que te sorprenderán o presentar una ensalada de canónigos con un aderezo más espectacular que se pueda imaginar. Y, por supuesto, no podemos olvidar el clásico dip de hummus con verduras y pan de pita, o una sopa de tahína a la que sólo tendrás que añadir (además de los ingredientes del hummus) un poco de caldo de pollo. Y si quieres dejar a tus amigos con la boca abierta, puedes inspirarte en las grandes mesas de los países donde el hummus es una verdadera tradición, añadiendo falafel y metze a todo lo anterior. Un banquete digno de los faraones.
Ya has visto, el hummus no es sólo un aperitivo que compartir sino un ingrediente más que añadir a otras preparaciones, a las que aportará un toque delicioso y distinguido. Está claro que ahora no te saltarás las legumbres, si es que te las saltabas, porque tienes al alcance de tu mano una receta rica y fácil de hacer, que además del placer de comer te proporcionará la energía que necesitas para seguir disfrutando de la vida.
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