Glotones Medievales

Catedral de Santo Domingo de la Calzada

Por lo general sabemos poco de cómo se comía en la Edad Media. Nos movemos entre los tópicos del cine y algunas ideas preconcebidas que van desde los enormes asados al espeto a los cálices incrustados de piedras preciosas. Tendemos a no sabes que en época medieval los menús, tal como hoy los conocemos, no existían, que la diferencia entre platos salados y dulces no estaba tan clara y que, por no haber, no había ni platos individuales, ni tenedores ni, por supuesto, servilletas.

Tendemos a olvidar que en la Edad Media de la Europa cristiana (porque hubo otras edades medias, como la musulmana, la judía o la de Europa oriental que se alejan de nuestras ideas preconcebidas) no había patatas, tomates, pimientos, calabazas, chocolate, maíz o judías, que hasta el final de la etapa no se conocieron las naranjas o los limones, que las berenjenas o las granadas tardaron en convertirse en algo habitual o que el azúcar era un producto de lujo.

Con todo eso y con los pocos textos de la época que hablan de qué se comía o cómo se preparaba, hay que hacer un auténtico trabajo de detective para tratar de ir identificando cosas. Los recetarios escasean y en las crónicas se presta poca atención a los platos, así que hay que buscar fuentes alternativas de información. Lo más habitual es rebuscar en las excavaciones arqueológicas, tratando de identificar restos de comidas, o que los historiadores se sumerjan en los documentos de las casas nobiliarias tratando de ver qué compraban para sus cocinas.

Hay otra opción, sin embargo, para acercarse a esa forma medieval de comer. Una alternativa que nos puede llevar por algunos de los monumentos mejor conservados de España, por capillas, palacios y catedrales que en algunos casos rondan los mil años de historia y que nos pueden ayudar a entender la relación de los hombres medievales con la comida. Eso es lo que hicimos a través del Camino de Santiago. Lo resumimos en cinco paradas que no te puedes perder:

Borrachos en la Catedral de Tudela

Borrachos en la Catedral de Tudela

Catedral de Tudela (Navarra): El vino era un símbolo religioso, la sangre de Cristo, pero también una de las grandes tentaciones, el motivo de ruina de muchas familias o la artimaña empleada por los maleantes del Camino de Santiago para emborrachar a los peregrinos y desvalijarlos. Normalmente se veía más como una invitación al pecado que como un producto gastronómico. De ahí que en la portada de la catedral se represente a dos condenados en el infierno, rodeados de llamas, castigados a beber eternamente. Está claro que en aquella época no se andaban con tonterías.

Catedral de Santo Domingo de la Calzada

Catedral de Santo Domingo de la Calzada

Catedral de Santo Domingo de la Calzada(La Rioja): Había peregrinos nobles y propietarios de grandes fortunas, pero por lo general, quien hacía el Camino era gente humilde que no podía gastar demasiado en comida. Por eso este peregrino de la cabecera de la Catedral de Santo Domingo de la Calzada -donde, como dice la tradición, cantó la gallina después de asada. Ahí tenemos otro tema gastronómico- le hinca el diente a una hogaza de pan, así, sin miramientos, sin pararse ni a cortar una porción. El hambre era otra de las ideas que paradójicamente la Edad Media relacionaba con la comida.

Iglesia de Santiago de Carrión de los Condes

Iglesia de Santiago de Carrión de los Condes

Iglesia de Santiago de Carrión de los Condes (Palencia): Otra constante de la Península Ibérica durante la Edad Media fue la relación con los musulmanes y sus oficios. El norte, por donde transcurre el Camino, era territorio cristiano al menos desde el S.XI, pero la frontera estaba cerca y los contactos eran contínuos. De ahí nacieron muchos oficios, el refinamiento de algunos otros y tradiciones como la que se representa aquí, de tomar infusiones -te o muchas otras hierbas- en recipientes completamente nuevos para el mundo cristiano.

Banquete en la Catedral de León

Banquete en la Catedral de León

Catedral de León: El claustro de una de las catedrales más importantes de Castilla no era sitio para retratar el hambre de los peregrinos sino, más bien, la grandeza de los banquetes de la corte. El paso del tiempo no nos permite concretar qué se servía en esta mesa, pero sí los manteles de hilo, las vestimentas de los sirvientes, ánforas de vino, jarras y lo que parecen ser pasteles o tartas saladas. Poco que ver con la dieta del peregrino.

Pazo de Xelmirez

Pazo de Xelmirez

Pazo de Xelmírez (Santiago de Compostela): El final del camino y una de las mejores representaciones escultóricas de un banquete medieval. Aquí vemos empanadas –que Álvaro Cunqueiro imaginó de lamprea, aunque no he conseguido captar el aroma. Seguiré intentándolo-, un sirviente que parece portar una pila de quesos ¿O tal vez hogazas de pan?, cántaros de vino, algo que parece un recipiente para caldos o sopas, de nuevo los manteles… Por mucho que fuera el final del camino, seguramente la mayoría de los llegados a Santiago no pudieron disfrutar de una mesa como esa para celebrar la última etapa.

La comida como tentación, la comida como subsistencia, como escenario de relación con los otros y como demostración de poder y riqueza. O dicho de otro modo: la religión, el hambre, el diálogo con Al-Andalus y el poder de la nobleza. La Edad Media resumida en cuatro ideas, en cuatro imágenes, en cuatro formas de relacionarse con la alimentación.

Photo: Jorge Guitián


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