Cuando el vino es el verdadero protagonista, todo lo que hay a su alrededor se transforma, casi… por arte de magia. Bienvenidos a Wine Fandango, santuario del vino. Sigue su pista. Lo encontrarás en La Rioja.
Abres una carta de cócteles, y en lugar de descubrir un listado interminable de GinTonics, adornados con los más extraños condimentos o con especias del lejano Oriente, te topas con una mezcla la mar de sencilla, pero que te deja – literalmente- a cuadros: tónica y tinto… ¿Un TinTonic?
El siguiente cóctel que ves, te reafirma en que lo del TinTonic no ha sido una ensoñación fruto de las tres copas de vino que ya llevas… ¿Una CaipiRioja con zumo de furtas y tinto la zona? Esto le ha ocurrido a más de uno en Wine Fandango, en Logroño, donde todo está pensado en torno a él. Del aperitivo a la copa el vino es el que manda, es casi como su santuario. “A veces te comes la cabeza buscando ideas locas, y lo más simple es lo más bueno…un vino blanco, con un poco de tónica…es una delicia si encuentras la proporción justa”, aseguran en el local.
Cuando vives en tierra de viñedos, cuando tu familia trabaja en este mundo, cuando, además, todo lo que tiene que ver con él… te encanta… No hace falta que se alineen los planetas para hipotecar tu vida, y dejarlo todo por él. Sin pensarlo dos veces. Algo así le ha ocurrido Ricardo y José Miguel Arambarri, dos hermanos, que han creado Wine Fandango con la idea de potenciar un nuevo concepto vinícola.
Si eres de los que – frente a una estantería con cientos de referencias – tardas horas en decidirte, aquí te pagan un billete en primera clase para recorrer las diferentes denominaciones de origen… Lo han llamado Wine Flight (si pides un blanco de la tierra, te ponen también un Albariño, un Txacolí, o una copita de vino blanco de Rueda). “Se trata de conocer, distinguir y disfrutar de vinos de la misma gama, y diferentes zonas e incluso de otros países”, dicen los encargados. Eso sí, la copa te la ponen justita…el objetivo es que pruebes variedades, no que te tengas que ir a casa a gatas…
Y todo ello lo han maridado con la cocina de un chef de la tierra, Aitor Esnal, un joven cocinero consagrado (formado con los grandes de la cocina vasca, como Arzak o Berasategui) que no duda en dar “clases particulares” en medio del servicio. Porque si consigues reservar una de las 5 banquetas que hay junto a la cocina, puedes vivir otra experiencia más: se trata de una mesa que está metida en la cocina, donde el cocinero te explica cómo hace todo, cómo marida, te enseña a preparar los platos… Pero cuidado, no muestres demasiada habilidad…o acabarás tu noche… de pinche.
Al preparar este artículo se nos ha hecho la boca agua con:

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