No hay pescado azul que me vuelva más loco que una buena sardina a la brasa. Me sofoco comiéndolas de cualquier manera: en aceite, en escabeche, fritas, asadas, rellenas, marinadas, en salazón, en paté… Soy tan fan que me revolcaría en una piscina llena de ellas, con su olor, sus escamas, su todo.
No voy a entrar a describir la cantidad de propiedades beneficiosas que tienen para nuestro organismo -para eso está Internet– pero, hay que resaltar que en los meses sin “R” (Mayo, Junio, Julio y Agosto) están en su estado más óptimo de consumo y su precio es bajísimo por lo que tenemos que aprovecharlas en todas sus facetas y combinaciones posibles. En Comida’s Magazine queremos darte algunas ideas para que las pongas en práctica este verano.
Los escabeches son los reyes del verano. Una manera fácil y barata de conservar pescado en la nevera y de consumir fresquito en ensaladas, canapés, pasteles y cualquier preparación que se nos ocurra. El secreto es enharinar, freír fuertemente, dejando crudas por dentro las sardinas y terminarlas dentro del escabeche caliente. Que ¿cómo se hace el escabeche? Pues con agua, sal, vinagre, vino blanco y especias como la pimienta, el clavo y el laurel. Mete las sardinas en esta preparación y, o bien, las dejas enfriar o las consumes directamente. Es aconsejable lo primero, ya que el escabeche penetrará mejor en el pescado.
Las sardinas asadas y los espetos son un must en verano pero prepararlas en casa conlleva ciertos riesgos malolientes. Para asar en casa y no morir en el intento y sin apestar casa propia y ajena, prueba a envolverlas en papel de aluminio bien sazonadas y meterlas a máxima potencia en el horno. El resultado es sorprendentemente satisfactorio: No smell, no pain. Rocíalas con ajo frito y zumo de limón y prepárate para llorar de emoción.
Si hay algo que no puedo rechazar, algo que me hace temblar, me turba la visión y me hace perder la razón son, sin duda, las sardinas abiertas a la Donostiarra, o Bilbaina (dependiendo de donde paces o a quien quieras tocar los mismísimos). El ajo, la guindilla y el vinagre pueden ser los mejores aliados para unas sardinas abiertas y limpias (pide a tu pescadero favorito que te haga el trabajo sucio), solo añade perejil fresco picado para terminar este plato tan sencillo y tan mundano.
Pero vamos, que las sardinas en conserva, sí las sardinillas de lata de toda la vida, tienen su aquel y además las tenemos disponibles durante todo el año. Y es que un buen bocadillo de sardinas con tomate, te arregla la cena, el cuerpo y el alma. Y no tardas más de 5 minutos en mover el bigote y abrirte una cerveza bien fresquita. Deportes de riesgo, los justos.
Terminamos declarándonos fans de la “cocardina” -no es una droga que reparte a la salida del colegios- sencillamente es un grito independentista a la pizza italiana. La “cocardina” o coca de sardinas es la cosa más maravillosa que ha inventado Cristo y una manera de reivindicar una preparación tan nuestra, tan fácil de hacer y de comer. La sardina puede presentarse en salazón, en pasta, fresca, marinada, seca, en aceite, etc., cualquier manera es bienvenida en la coca del señor, amén.
Photo: Javier Lobato (Gastromedia)
33 Comentarios