India ama a sus vacas. Es una de las bases del hinduismo, la religión mayoritaria en este país asiático. Son animales sagrados de los que, según esta religión, emana toda la vida. Se les adora, se les tiene un respeto especial superior al del resto de animales. Y, por eso, los hindúes no se las comen. Curiosamente, el país de las vacas sagradas es a su vez el líder en exportación de carne bovina.
El año pasado India exportó más de 2.000 toneladas de carne de bovino. Su principal perseguidor es Brasil, que vendió al extranjero 1.450 toneladas. La venta de carne de bovino se ha disparado en India un 255% en los últimos cuatro años en una campaña que el anterior gobierno llamó la «Revolución Rosa» para promover la venta de este alimento. No parece que el actual gobierno, de corte nacionalista hindú, siga con esta idea de querer vender la carne de su animal más preciado.
Lo que más se vende es carne de búfalo, un animal que dentro del hinduismo no tiene la misma consideración que la vaca, sentada en un pedestal. Pero la venta de carne es tan alta que eso no ha frenado las críticas de los hindúes más conservadores, que se cuestionan cuánta carne de vaca está siendo exportada al año, lo que consideran una afrenta para su religión.
La carne vacuna india triunfa sobre todo en el sureste asiático. Tres son sus características principales: es abundante, es barata y se ofrece, en muchas ocasiones, siguiendo el rito halal que marca la ley islámica. India vende 2,300 millones de dólares de carne de búfalo al año a más de 65 países.
Aunque también es cierto que dentro del país de Gandhi está creciendo el consumo de carne. Musulmanes, cristianos e hindúes menos ortodoxos comen carne bovina mientras los hindúes de libro ponen el grito en el cielo. Las castas más bajas del país también consumen este tipo de carne. La venta masiva a otros países está generando problemas dentro, donde la disponibilidad y el precio empeoran.
La vaca en el hinduismo es símbolo de la abundancia, la fertilidad, la prosperidad. Es la madre de la Tierra y la Naturaleza, en conexión siempre con diferentes deidades como Kamadhenu, Krishna o Brahma. Es curioso que el país que más quiere a sus vacas sea también el que más vacas mata al año para que otros las coman.
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