Sólo hay una manera de morir

Las religiones marcan la vida de la gente, sus costumbres, sus tradiciones, su cultura… y como hay pocas cosas más comunes en todas las culturas que el comer (con perdón de otros placeres) evidentemente la religión también juega un papel en esto, diciendo qué se puede comer, qué no y hasta de qué modo hay que hacerlo.

Para los musulmanes hay una palabra que debe estar presente siempre antes de llevarse cualquier alimento a la boca: Halal. Cómo contamos hace unas semanas en este post, este término hace referencia al modo en que se debe sacrificar al animal: cortando la yugular y la carótida con una incisión profunda, pero dejando intacta la espina dorsal. Dicen que así se minimiza su dolor y que al fomentar el drenaje de la sangre la carne queda libre de toxinas para el consumo humano. Hay otra norma: el animal debe mirar hacia la meca mientras se le sacrifica.

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En realidad halal es considerado todo lo permitido por la sharia o ley islámica. No se refiere sólo a las prácticas alimentarias, sino también al resto de comportamientos y costumbres, como el lenguaje, la vestimenta, los modales… El término opuesto a halal, es decir, lo no permitido, es haram.

Pero como aquí lo que nos ocupa es la comida, nos centraremos en la importancia que tiene para los musulmanes comer un alimento que haya sido sacrificado única y exclusivamente de la manera que dicta el Corán.

En el libro sagrado del islam se pueden leer las prohibiciones. No está permitido comer carne de animales que hayan muerto de forma natural, por asfixia, caída, golpe, cornada o devorado por otro animal. Ni tampoco si ha sido sacrificado en nombre de otro dios que no sea Alá. También queda prohibido comer su sangre (o sea, nada de morcilla). Eso sí, “quien se vea obligado hacerlo en contra de su voluntad y sin buscar en ello un acto de desobediencia, no incurrirá en falta”, dice el libro.

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Ya lo habeis leído, sólo se admite una manera de morir. Aunque hay una excepción, el cerdo. No porque sea válido cualquier modus operandi para acabar con la vida de este animal, sino porque en sí mismo es considerado haram. Y aunque para algunos (entre los que me incluyo) prohibir el cerdo debería ser una prohibición, los musulmanes no son los únicos que deben prescindir de este polifacético animal. En el judaísmo ocurre lo mismo: para ambas religiones el cerdo es un animal sucio e impuro, y por lo tanto perjudicial para el hombre.

En haram también se incluyen los aditivos alimenticios. Esa lista interminables de E- seguidos de números que aparece en la parte de atrás de cualquier alimento empaquetado y que asusta de lo larga que es. Si son aditivos de cerdo, mal, pero si son aditivos de otros animales sólo se permitirán si han sido sacrificados con el rito conveniente.

Si te gusta la gelatina, olvídate. Todo lo que contiene gelatina es haram, y lo que tenga glicerina animal también. Esto incluye la pasta de dientes y algunos jabones y cosméticos.

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Para los más ortodoxos, existen dos tipos de halal, o lo que es lo mismo, según la rama del islam que se profese será diferente lo considerado permitido. La dabiha, seguida principalmente por los musulmanes suníes, es la más común y la que exige estrictamente que se mate de la manera determinada a los animales y admite como halal a todo el pescado y marisco.

La otra vertiente, bismillah practicada por los chiíes, es más permisiva ya que considera halal a toda la carne de animal (exceptuando al cerdo, claro), aunque algunos pescados y mariscos son considerados haram.

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Todos estos conceptos son comunes en los países cuya mayor parte de la población es musulmana o cuyas leyes estatales se siguen rigiendo por la sharia, pero cada vez más se puede encontrar esta denominación en países de Europa o en EEUU debido a los grandes movimientos migratorios. Así que ya sabes, la próxima vez que veas esa palabra en alguna carnicería o en la etiqueta de algún alimento no creas que es una marca o un tipo de carne, pues ahora ya sabes que halal es la única forma en la que para un musulmán se puede matar a un animal.
Photo: Elena del Estal

Al preparar este artículo se nos ha hecho la boca agua con:

Sólo hay una manera de morir

Balkis Gourmet

Balkis Gourmet  apuesta por una alimentación halal de lujo, basada en productos ecológicos y materias primas de calidad, sin aditivos ni conservantes, y dando prioridad a las razas autóctonas de cordero de Loja y de la Raza Merina.
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