Setas de bolsillo

Mi madre, sin tener muchos conocimientos de ecología, reutilizaba los posos del café en las macetas y creía firmemente que así abonaba las plantas. Yo era muy pequeña y no me lo creía demasiado, pero, mira por dónde, ha resultado que mi madre tenía razón. Un poco como la antiquísima tradición de los agricultores de sembrar teniendo en cuenta la Luna: los listillos se reían de ellos bueno, preguntad hoy a cualquiera que sepa.

Nuestra sociedad de consumo produce ingentes cantidades de residuos, basuras, que pueden acabar ahogándonos. Sin embargo, la naturaleza no produce basura, sino nutrientes. Esto dicho así o visto en este vídeo puede parecer fantástico e incluso uno podría entusiasmarse con todo ese asunto de la Economía Azul. Sin embargo, una cosa es ver y otra es tener ideas. Y es difícil tener ideas nuevas.

Héctor no es un héroe troyano, pero casi: en la actualidad tiene treinta y tres años y empezó como aparejador. Como él me cuenta: “Soy de la primera generación de mi familia que fue a la universidad, dejándome llevar por el sistema, sin saber un poco a que dedicarme. Acabé cursando arquitecto técnico,  terminando  la carrera, enamorándome y trasladándome a Murcia, los tres últimos verbos en un solo año”. Cualquiera diría que le fue bien, por lo menos como a otros tantos jóvenes a los que pillaron los años de la bonanza (no el rancho, sino la racha) antes de que apareciese otra palabra que empieza también por b: batacazo. Afectado por un ERE, como tantos otros, tuvo que buscarse la vida. Y no le dio por preparar oposiciones ni tumbarse a la bartola, sino que empezó a darle vueltas al coco y emprendió, como se dice ahora. El proceso no fue sencillo: “¿yo? ¿Haciendo algo para lo que no he estudiado? Pero si nadie en mi familia… imposible”. Y, sin embargo, se enamoró de un proyecto: el uso de los posos de café para la producción de setas comestibles. Parece una idea peregrina: ¿no es una idea peregrina? Pues no.

Setas-Pocket-Kit-autocultivo

Se puso manos a la obra y lo primero que hizo fue montar un invernadero en casa de su suegra (cosa que a ésta la descolocó un poco). Allí comenzó sus pruebas y después de un tiempo… ¡tachán! Héctor vio crecer sus primeras setas en posos de café. Nació así Seta’s Pocket Gourmet, una realidad—no sólo un proyecto—que se está haciendo un hueco creando empleando y contribuyendo al mantenimiento del medio ambiente mediante el reciclado de los posos de café, que, ahora sí, ya no son basura, sino nutrientes. Los pasos son bastantes sencillos: por las mañanas se recogen los posos de café de los bares y restaurantes de la zona. Los posos son bastante contaminantes, porque su descomposición produce metano, pero están cargados de celulosa, lignina, nitrógeno, azúcares y otros nutrientes que las setas pueden aprovechar para su crecimiento. Posteriormente, se le añaden algunos elementos para constituir el sustrato (básicamente, elementos para controlar la temperatura y la humedad). Después se mezcla eso con micelio (las semillas de setas, vamos) y se separan en kits; llegados a este punto, se mantiene la mezcla durante cuatro semanas en condiciones constantes de luz y humedad. El reto ahora es conseguir que en este proceso la única energía que se use sea la solar, pues Seta’s Pocket quiere ser un proyecto de economía sostenible. El último paso es empaquetar y distribuir.

Desde luego, las setas ni saben a café ni contienen cafeína. La variedad que se cultiva es la Pleurotus Ostreatus, la seta ostra que todos conocemos, que tiene gran cantidad de proteínas, vitaminas y minerales y que, además, ayuda a reducir el colesterol (y tiene otras muchas ventajas que podéis buscar por ahí). Una vez que tienes el kit en tu casa sólo tienes que abrirlo y regarlo (adjuntan el spray para la labor). En diez días las setas habrán crecido y estarán listas para preparar un rico revuelto, ser añadidas a un arroz o lo que se te ocurra, porque posibilidades: mil.

Seta’s Pocket Gourmet

Photo: Seta’s Pocket Gourmet, Javier Lobato (Gastromedia)


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