Que la comida tiene sabores todos los sabemos: como buenos foodies conocemos el placer que supone degustar los alimentos, experiencias a la vez diarias y únicas que permiten deleitar nuestro paladar y, en mayor o menos medida, poner a trabajar a nuestras papilas gustativas. Pero, ¿sabías que los sabores tienen propiedades?
Pues sí, o al menos así lo dice la Medicina Ayurvédica, un sistema tradicional indio que, integrando cuerpo, alma y mente, trata de encontrar el equilibrio de nuestro organismo a través de la autocuración: define la enfermedad como producto de las impurezas que nuestro cuerpo acumula durante el tiempo y trata de fomentar las capacidades autocurativas del mismo. Esto incluye, cómo no, nuestra alimentación.
El Ayurveda (en sánscrito ayur significa vida, y veda conocimiento) tiene sus orígenes en el subcontinente indio y fue declarado en 1991 como una de las medicinas más antiguas del mundo (junto a la medicina tradicional china) por la Organización Mundial de la Salud.
Según la Medicina Ayurvédica cada sabor (denominado rasa) tiene unas propiedades que afecta a la dosha, el humor. Así, el sabor de los alimentos que tomamos afecta directamente de una u otra manera a nuestro organismo. Cada rasa tiene unas propiedades y la cantidad de alimentos que ingiramos debe realizarse de forma equilibrada para que contengan de una forma ecuánime los seis sabores existentes: dulce, salado, ácido, amargo, picante y astringente.
Dulce
El sabor dulce nutre y fortalece los tejidos del cuerpo, permitiendo su crecimiento. Así, es bueno para el pelo o las uñas, aumenta la leche materna y ayuda a mejorar la fuerza en los músculos y a reparar las roturas de huesos. Además de fortificante y nutritivo produce una clara sensación de satisfacción y armoniza cuerpo y mente. Pero claro, no hay que pasarse: un exceso de sabores dulces en nuestro organismo (y por tanto de alimentos con altas dosis de azúcares) puede causar flacidez, infecciones respiratorias, indigestiones o pérdidas de la voz e incide en el desarrollo de enfermedades como la diabetes, las cataratas o la obesidad.
Salado
El sabor salado ayuda a la digestión y a la limpieza del cuerpo: elimina los residuos, y limpia los canales obstruidos y los poros, dando brillo a la piel. Además tiene propiedades laxantes, aumenta la capacidad digestiva y el apetito, y suaviza y relaja los tejidos. Sin embargo, es bien sabido que la comida muy salada provoca enfermedades relacionadas con la hipertensión, retención de líquidos, afecciones renales y arrugas. Además, el sabor salado anula los otros sabores en los alimentos.
Ácido
El sabor ácido, al contrario que el picante o el salado, apaga la sed (lo que refresca una limonada en pleno mes de agosto ¡eh!) y ayuda a nutrir el cuerpo. Es estimulante del apetito y ayuda a la eliminación de residuos fomentando las secreciones digestivas, además de favorecer el flujo de energía hacia los órganos. Tiene también propiedades beneficiosas para el corazón y reduce los espasmos o temblores, pero sin embargo, un exceso en nuestra alimentación puede provocar inflamaciones, sensación de quemazón e impurezas en la sangre.
Picante
El sabor picante incrementa la circulación sanguínea y las secreciones nasales (quien gusta de comer comida picante sabe bien sobre esa sensación) y produce lagrimeo. Como ya vimos en el post sobre el picante y aunque pueda parecer contraproducente, los alimentos con sabor picante ayudan en el tratamiento de problemas estomacales. Es de alabar también sus propiedades limpiadoras: ayuda en la limpieza del sistema digestivo (incluida la boca) y es antiparasitario. Sin embargo, un exceso puede traer complicaciones digestivas y destruye los flujos corporales como el semen o la leche materna, y causa fatigas, vértigos o pérdida de fuerza. Obviamente da sed.
Amargo
El sabor amargo es purificador de la sangre debido a sus altas propiedades limpiadoras y desintoxicantes. Aumenta el apetito y ayuda a controlar los trastorno de la piel. Quita la sed y es eficaz contra parásitos o gusanos. Además, agudiza el intelecto. En cambio, un exceso de alimentos amargos en la dieta puede producir fuertes dolores de cabeza y pérdida de fuerza.
Astringente
El sabor astringente tiene propiedades calmantes y favorece el funcionamiento de las articulaciones y de las enfermedades de la piel, aunque tiende a oscurecerla. Por su condición secante, ayuda a disminuir las secreciones, como el sudor o la diarrea, lo que, si se consume en exceso, puede provocar estreñimiento, retención de líquidos o flatulencia. Produce una rápida absorción del agua, por lo que puede dar sed, causar vejez prematura y delgadez extrema.
Aunque cada sabor tiene sus propiedades particulares, lo común es que comamos alimentos que tengan varios de ellos, o que el plato que ingiramos esté compuesto de varios sabores diferentes. En la variedad está el gusto (y el beneficio) y según la tradición del Ayurveda no hay mayor beneficio que la toma de todos y cada uno de los seis sabores en cada comida, eso sí, de una forma equilibrada.
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