Disfrutemos del verano, la estación más electrizante, refrescante y sexy del año. ¿Cómo? Bebiéndonos un buen gin tonic, bebida universal.
Y para ello, nos adentramos en el origen e historia de la ginebra, una bebida que es cuestión de países. Resulta que las dos variantes más conocidas de la ginebra son la holandesa y la londinense. Ésta última, la más famosa y por la que el ginebra es generalmente asociado a Londres, es conocida como dry, por su sabor más neutro al carecer de edulcorantes ni colorantes. Sin embargo, es a Holanda a donde debemos atribuir el origen de la ginebra, comercializándose en primera instancia para curar diferentes dolencias. La creación es atribuida al físico Franciscus Sylvius quien tuvo la magnífica idea de macerar bayas de enebro en alcohol. La palabra ginebra procede, por tanto, de “enebro”. Benditas bayas.
Los altos impuestos que suponía la importación de esta bebida holandesa hizo que comenzara a destilarse en Gran Bretaña creando este país así su propia ginebra, de estilo más seco, que rápidamente se popularizó y comercializó por todo Reino Unido De esta variante nacieron marcas conocidisimas como Beefeater, Bombay o Tanqueray.
De Londres a A Coruña
Pues bien, la variante londinense encuentra un claro oponente (¡bien!) en nuestro país, concretamente en el norte, en Galicia. Se llama Vanagandr Gin, una ginebra hecha en Cambre (A Coruña) que sigue ese famoso método británico, donde la clave está en las 12 horas de proceso de destilación. Nos vamos hasta A Coruña para descubrir que los london gins no tienen nada que envidiar a un buen ginebra gallego.
Hoy toca, por tanto, una ginebra que nos ofrece uno de esos gin tonics premium. Imagínese una copa donde todo esto es posible: enebro, raíz de angélica, cassia, raíz de orris, semilla de cilantro, piel de naranja dulce, nuez moscada, regaliz o canela de ceylán…
Pues para que esto sea posible, Vanagandr sigue la destilación en su proceso más artesanal: 12 horas (!!) destilando en los famosos alambiques para conseguir producir alrededor de 420 botellas -cada una numerada-, que serán posteriormente embotelladas y etiquetadas de manera manual. La idea de esta ginebra surge de la cabeza de Enrique Pena: “Soy biólogo y el mundo de las fermentaciones y los destilados siempre me ha fascinado, así que cuando decidí dar un cambio a mi vida y dejar el mundo de la consultoría de empresa, surgió de nuevo como el camino natural a tomar, vamos una crisis de los cuarenta de manual…”, nos cuenta riéndose.
Y resulta que, si hay que hablar de algún secreto, el de esta ginebra está en el agua utilizada para la destilación, agua de Galicia, aunque de la receta secreta sigue sin desvelar nada: “La receta como todas es secreta, pero te puedo decir que utilizamos un alcohol base 100% de grano. Lo importante son las proporciones y mucho otros factores que influyen, como los tiempos de infusión, la destilación etc… Es como el bizcocho de tu madre, a ella le sale, tú lo haces en tu horno con la misma receta y nada de nada, no sabe igual, pues con estas cosas pasa lo mismo…”.
Lo mejor, y también lo más complejo, es que Pena ha comenzado desde cero, “con todo lo que conlleva montar una industria en este país”, comenta. El proceso de creación de la ginebra se realiza de manera completa en sus instalaciones en Cambre, un pueblo al lado de La Coruña “que es donde vivo de toda la vida”. De momento él se lo guisa y él se lo come todo, con algo de ayuda de su mujer y con la esperanza de que un proyecto en el que se han puesto tantas energías e ilusiones permita, próximamente, que otras personas se unan. Paso a paso, poco a poco.
Y como anécdota y para visitar un último país en este itinerario que nos dibuja la ginebra, nos fijamos en la imagen de Vanagandr Gin, basada en un mito nórdico y al que da vida en este dibujo el ilustrador David Pintor. La etiqueta de esta ginebra es la imagen del lobo Vánagandr. El mito que hay detrás cuenta que este lobo es traicionado por los dioses y atado para evitar que causara el fin de los tiempos y la caída de los Dioses en el Ragnarök -palabra nórdica para referirse a la batalla que pone fin al mundo-, tal y como una profecía había señalado. “Buscábamos algo de mitología gallega, y el lobo es la representación del mal en las mitologías celtas. Siempre me han gustado más los malos de la película, pero el único lobo que tenemos en Galicia es el Urco con una connotación funesta de maldición. Al final nos decidimos por Vánagandr. Es también una representación del mal y del destino… nos gustaba la dualidad, la pregunta de si naces malo o te vuelven malo, es una historia con mucho fondo y que nos inspira a la hora de afrontar el proyecto…”, cuenta Pena.
Hemos viajado a Holanda, después a Londres… y al final Coruña (con una ida y vuelta a países nórdicos sin mover el culo del asiento), que resulta que lo bueno y bien hecho tampoco nos pillas lejos. ¿A quién no le apetece ahora un buen gin tonic fresquito, artesanal y gallego?
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