Triangulares, rectangulares, cuadradas, cilíndricas… hay varias formas de tomar una dosa, pero hay algo que nunca fallará, ¡siempre serán grandes! Esa es la primera impresión que tendrás cuando te sirvan este plato típico del sur de la India. Hecho a base de harina de arroz (y por lo tanto apto para celíacos) el tamaño del plato te hará creer que no serás capaz de acabar con él, pero tranquilo, una dosa siempre entra bien.
Se trata de una especie de crepe, de base muy fina, en cuyo interior se aloja una masa de patata principalmente, combinada con algunas otras verduras y especies variadas, todo ello a elección. Suelen ser saladas (nada de añadir chocolate, helado o nata, como haríamos con una crepe francesa), aunque a algunas variedades se le puede añadir el toque dulce del coco.
Servido sobre una hoja de banano en los restaurantes más posh (que quieren imitar la forma de comer más tradicional) o en una simple bandeja de metal en los locales más insulsos (que también tienen su encanto), aunque este plato es propio del sur de la India, la realidad es que podrás comerlo en todo el país.
Una vez que te sientas a la mesa es inevitable que una pregunta se cuele en tu cabeza: “¿cuál elijo?”. Mi consejo: da igual, todas están buenas, no te equivocarás en la elección. Hay una gran variedad, aunque con un simple vistazo a la carta pensarás “pero si son todas iguales”, y lo cierto es que aunque parezcan una combinación de los mismos ingredientes, sus diferencias son importantes.
La más famosa y la que sin duda tendrán en todos los establecimientos que ofrezcan comida del sur es la masala dosa, con esa masa a base de patata en su interior. Aunque si se quiere se puede pedir la dosa sola, una plain dosa, para disfrutar del sabor de la masa en su plenitud. La paper dosa es una versión de una dosa sin relleno y con una base mucho más fina, ideal para un almuerzo ligero. Se puede pedir también butter dosa, que se ha cocinado con matequilla y le da un toque de sabor. Si te gusta la cebolla, encontrarás la onion dosa, rellena de grandes trozos de cebolla ligeramente cocinados. Y si lo quieres todo, onion masala dosa será tu elección: cebollas y masa de patata en el interior, para llenar con gusto un estómago vacío.
Pero la dosa tiene una hermana pequeña, la rava dosa. Hecho con sémola en vez de con arroz, se diferencia principalmente en el tiempo que se tarda en hacer. La masa de la rava dosa no necesita fermentación, por lo que se puede preparar con apenas 30 minutos de antelación, a diferencia de la dosa que necesita entre 7 u 8 horas. Eso hará que sobre el plato, la rava dosa luzca agujeritos en la masa, lo que facilitará también una ligera digestión. Lo que más gusta a los más fans de la rava dosa es que es la más crujiente de todas.
Hay que saber que una dosa nunca viene sola. A su lado siempre le acompañan las distintas salsas en las que se puede mojar. En pequeños cuencos, alrededor de la dosa siempre habrá un chutney de coco, de color blanco, dal, salsa de lentejas, y sambar, una salsa de tomate.
La dosa es un alimento típico para el desayuno, pero lo cierto es que se puede pedir a cualquier hora, siempre que al estómago le apetezca también a la hora de comer o para cenar. Así que si se te ha hecho la boca agua con este post, pero no quieres (o puedes) desplazarte hasta Asia para probar las dosas, no te preocupes, porque Saravana Bhavan está presente en muchos países de Europa y América. Se trata de la que es considerada la cadena de restaurantes vegetarianos más grande del mundo. Originarios del estado sureño de Tamil Nadu, tiene más de 30 restaurantes repartidos por toda India, y a sus puertas siempre hay grandes colas de gente esperando a entrar. El objetivo de su fundador, P. Rajabopal era expandirse a países en los que hubiese una población india expatriada importante para que pudiesen disfrutar de esta comida aunque residieran a miles de kilómetros de India. Por eso están presente en 15 países más, entre ellos Estados Unidos, Canadá, Gran Bretaña, Francia, Alemania, Emiratos Árabes, Singapur, Qatar… En España aun no han abierto ningún establecimiento, pero tiempo al tiempo, aunque seguro que en el madrileño barrio de Lavapies con la amplia oferta de restaurantes indios que se acumulan entre sus estrechas callejuelas, no será difícil encontrar esta delicia del sur del país.
Photo: Víctor Martín
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