India tiene 7.500 kilómetros de costa. Y, aun así, comer pescado en este país no es lo más apetecible del mundo. Los extranjeros viajeros y los expatriados ni se lo plantean. Y para muchos indios el pescado no es considerado un manjar, como ocurre en otros lugares.
Gran parte del pescado se pesca en el mar (por esta frase me dieron un Pullitzer), pero ha de viajar miles de kilómetros hasta su destino final. Ese viaje no se realiza en las mejores condiciones. Las infraestructuras en India son muy defectuosas, sus carreteras presentan los agujeros de un queso emmental, las condiciones medioambientales son extremas (se pasa de unas temperaturas propias de las puertas del purgatorio a un frío helador) y, sobre todo, las distancias son eternas. Delhi, la capital, está a 800 kilómetros de asfalto y desierto.
Cuando llega a Delhi, al norte del país, el pescado congelado en el camión (permítaseme poner en duda la manera de congelar de ese camión) aplaude como aplauden los pasajeros de un avión al aterrizar después de un viaje movidito. Los pobres peces no saben que aún les queda lo peor: ser expuestos en el mercado.
Los mercados donde se vende pescado no son famosos por su buena imagen de pulcritud e higiene, lo cual echa atrás al consumir en muchas ocasiones. Es habitual ver cómo la comida, incluida la que nos ocupa en este artículo, se vende en el mismo suelo al más puro estilo top manta (literal). No hay que perder de vista que las ciudades indias no son las más limpias precisamente, por lo que el pescado tomando el sol en una manta en plan calle es un polo de atracción para cualquier cosa que se mueva por el aire o por el suelo.
No obstante, la oferta de pescado en los restaurantes de Delhi es bastante notable. La opción “Fish curry” o “Fisch tikka” suele aparecer entre platos de pollo y cordero. Eso sí, una cosa es que esté escriba en el menú y otra que esté disponible. Esta habitual presencia se debe también a los pescados de agua dulce que se consumen en el norte de India, criados en los extensos ríos y lagos del país. Pero aquí aparece otro problema que choca con la salud: los ríos indios están entre los más contaminados del mundo. Entre ellos el triunfo, en cuanto a cantidad se refiere, se lo lleva el panga, tan polémico y tan extendido también en España.
En el sur de la India o en la zona de Calcuta, en Bengala, sí es más común comer pescado. En la cocina bengalí se le concede un valor importante, si bien se trata de un pescado abundante, barato y no de alta calidad. Aquí entran muchas especies de agua dulce y salada habituales en el sur de Asia, como las carpas, los catfish, el catla, el ilish o las gambas. Se sirve frito, en salsa, al vapor, ahumado….
En India el vegetarianismo está muy extendido. El respeto a los animales en el hinduismo lleva a rechazar alimentarse de ellos. No obstante, no son pocos los vegetarianos de Bengala, Kerala o Tamil Nadu que se alimentan de pescado. Para solucionar esta contradicción, los brahmanes de Bengala tienen una solución muy sencilla: han concluido que el pescado es la “verdura del río”. Ya está, solucionado, debate cerrado.
Magnifico Víctor, como siempre.