Comer en una boda India

Cuando alguien se casa en India, todo el vecindario lo sabe. Lo dicen los toldos de colores que de pronto aparecen en las calles. Lo dicen los hertzios de música que aguantan hasta más de media noche y los tambores que despiertan a primera hora de la mañana anunciando al barrio entero que la familia está de celebración.

Quien menos te lo esperas puede invitarte a una boda de un día para otro. Por eso no es de extrañar que el número de asistentes duplique o triplique a los que recibieron su invitación oficial. ¿Problemas entonces para colocar a la gente en una mesa? En absoluto. En una boda india no verás largas mesas de comensales, (una preocupación que se ahorra la familia para ver a quien ponen al lado del quien), porque todo el mundo está de pie. La gente va llegando, sin orden, charlando con quien conoce, o haciendo nuevas amistades. Y comiendo. Sobre todo comiendo.

boda india

No se ofrecerán entrantes, un primero, un segundo y un postre con café, ni comerán todos a la vez. Tampoco habrá que esperar entre un plato y otro, porque no es la comida quien llega a los invitados, sino ellos los que van a por ella.

En realidad se parece más a una feria: puestos de comida rodean la sala, preciosamente decorada con telas de colores y adornos luminosos. En una primera línea se sirven los snacks, para ir abriendo boca. Pakoras de cebolla o verdura frita, samosas (empanadillas), garbanzos fritos con especias, algunos pequeños dulces… Más adelante está el “sírvase usted mismo”: grandes cazuelas humeantes se abren cada vez que un comensal se acerca y dejan ver curries de verdura, pollo o paneer, dal (lentejas), platos en salsa y una variedad de arroces, imprescindible siempre para acompañar el resto de la comida.

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No faltan tampoco el roti o el parantha, ambos panes indios. Los tandoor (hornos) están a un lado de la sala y el sonido inconfundible de las manos chocando con la masa no para de sonar durante toda la velada. El pan recién hecho siempre está a punto.

Las bebidas van pasando sobre bandejas servidas por atentos camareros que no pueden dejar que se sequen los gaznates de los invitados. No se sirve alcohol, como suele pasar en la mayoría de reuniones familiares.

Y entonces llegan los novios. Sí, porque comer no se hace después de la boda, sino antes ¡y durante! Primero él, sobre una carroza de caballos. Después ella, con una amplia red que varios miembros de la familia sujetan sobre su cabeza. Sólo entonces las miradas se posan sobre ellos, pero momentáneamente. Parece que el tiempo se para cuando las familias de ambos se saludan e intercambian flores, en un gesto que deja ver que un matrimonio no es sólo entre dos personas, sino también entre dos familias. Pero la atención cae poco después. Paradójicamente los novios no son los absolutos protagonistas de la boda, y mientras se están casando basta con echar la vista para atrás y ver cómo ¡hay quien sigue comiendo! Un groso de los invitados no se aleja de donde se sirve la comida. Los cocineros continúan llenando cazuelas que los camareros vacían sobre los platos de los comensales. El tandoor sigue horneando pan y los vasos vacíos de bebidas piden volver a ser llenados.

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También hay quien no fue invitado pero que, por cortesía, nadie se atreve a echar: los mendigos, ya sean adultos o niños, se cuelan en la fiesta. Reconocibles porque no ostentan las galas de quienes les rodean, no se les niega un plato de comida cuando lo piden. Sería imperdonable hacerlo, ante la opulencia que inunda la sala.

Poco a poco la gente se va yendo, felices por los novios, por la agradable charla con quien hace tiempo que no vieron, por las risas tras los bailes de timbales, pero sobre todo ¡porque marchan con el estómago lleno!

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Al preparar este artículo se nos ha hecho la boca agua con:

Comer en una boda India

Tandoori Station

Calle José Ortega y Gasset, nº 89 y 91 Metro Manuel Becerra y Lista. Barrio de Salamanca Telf: 91 401 22 28 Tandoori Station De Martes a Sabado De 13:30 a 16:00 h. y de 20:30 a 24:00 h. Domingo de 13:30 a 16:00

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