Quizás sea (para bien o para mal) culpa de la obligada convivencia con la familia. Puede que se trate de las temperaturas, en pleno descenso. O a lo mejor se deba a que los cócteles y destilados suelen asociarse con las celebraciones, pero el caso es que cuando llegan las fiestas muchas culturas se dan al bebercio.
Si vas a hacerlo, además de dejar en casa las llaves del coche o la moto, no está de más que conozcas un poco las recetas más significativas que acompañan las celebraciones navideñas en todo el mundo. Para conocer sus orígenes, debemos remontarnos también a las raíces de las Navidades, que, como tantas fiestas cristianas, tienen una base pagana muy mal disimulada.
Porque vamos a ver, ¿cómo se explica por ejemplo lo del Wassail, una tradición más inglesa que la reina Isabel –literalmente, porque se supone que precede a la dinastía de Hannover al menos en unos ochocientos años- que consiste en una ceremonia pensada para proteger a los manzanos de los malos espíritus, a fin de que el otoño siguiente den una buena cosecha?
La tradición, que nunca se abandonó del todo pero se ha revivido a lo grande en los últimos años en los condados ingleses productores de sidra, como Somerset o Devon, además de un rey y una reina del Wassail, que hacen una ofrenda en forma de libación a los dioses, cuenta con ruido, canciones y alcohol. El Wassail, como bebida, hoy en día suele prepararse con sidra y las clásicas especies navideñas que encontramos también en otras muchas bebidas calientes: clavo, canela, gengibre, naranja, azúcar. Pero se cree que originariamente la bebida era cerveza o hidromiel, y que en su interior había pastelitos remojados.
Una versión más moderna (y algo más fácil de beber) es un ponche de cerveza llamado Lambswool (lana de cordero) que lleva pulpa de manzana al horno y el mismo tipo de especies. Éstas suelen encontrarse, curiosamente, en toda suerte de bebidas calientes: desde el hipocrás medieval, hasta el Glühwein alemán, svařené víno checo, el vin fiert rumano o el glogg sueco y de otras dos bebidas relacionadas con cierta festividad medio pagana, San Juan, como la Queimada y el Cremat y que forman parte de las versiones más antiguas de… la sangría.
Las bebidas navideñas son para compartir y se beben ardientes, o, cuanto menos, calientes. Es por eso que Charles Dickens (reconocido friki tanto de las navidades como del ponche) las menciona en muchas de sus historias y, por supuesto, en “El cuento de Navidad”, durante la aparición del Fantasma de las Navidades presentes, quien le ha puesto el cuarto a Scrooge como si fuera la sección de comida preparada de Harrod’s: “Apilados en el suelo, formando una especie de trono, había pavos, gansos, perdices, aves de corral, queso de cerdo, jarretes, cochinillos, largas tiras de salchichas, pastelillos, puddings de ciruelas, barriles de otras, castañas al rojo vivo, manzanas sonrosadas, jugosas naranjas, preciosas peras, tartas y barreños de ponche humeantes, que nublaban la habitación con su humo delicioso”. Dickens, no por azar, dejó su propia receta para preparlo.
El tercero y último de los grandes éxitos de los combinados navideños es el Eggnog. Homer Simpson se quejaba amargamente en un capítulo de los Simpsons de que había que aprovechar los 30 días en los que había eggnog “antes de que el gobierno volviera a quitarlo”, antes de echárselo a un bol de cereales. El eggnog o ponche de huevo es el descendiente colonial de una bebida inglesa del mismo nombre. Ésta, a su vez, desciende probablemente de otra llamada posset, y de la que sólo hace falta retener dos datos: a) consistía en leche caliente cuajada en vino o cerveza y b) Shakespeare hace que Lady Macbeth envenene a dos soldados con ella. Pero el eggnog británico era toda otra cosa: se trataba de una bebida con clase, porque llevaba brandy, madeira o jerez y huevos y leche, todos ellos ingredientes caros y escasos. Su popularidad eclosionó en las colonias de ultramar por la abundancia de ron barato procedente del Caribe, y luego de bourbon. El eggnog americano se bebe frío (y a veces, como Homer, directamente del cartón), pero es el origen de un cóctel, el Tom & Jerry, que se sirve caliente en tazas. Una deliciosa manera de hacer lo que toca hacer en Navidad: beber como los peces en el río.
Imagen: Del ‘Cock Robin’s Picture Book’, impresión de Kronheim & Co.
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