Chinos de verdad

Muchas veces son esas pequeñas sorpresas de barrio, las que están ahí, detrás de la esquina, las que crean una impresión más duradera. No es que aquellas otras que vienen precedidas de expectativas, las que van asociadas a la exclusividad y a lo excepcional no merezcan la pena, ni mucho menos, pero dar con una de esas raras joyas escondidas donde menos te lo esperas es algo que, al menos, a mi me alegra el día.

España ha sido, tradicionalmente, una país más cerrado a cocinas de otras latitudes que muchos de sus vecinos europeos. Después de Viajar a Londres, a Berlín, a París o incluso a Lisboa uno tendía a encontrarse –y ya no digamos si vives fuera de las dos o tres ciudades más importantes- con un panorama en el que añoraba aquellos restaurantes pakistaníes de barrio, un plato de Tikka Masala, quizás un vietnamita, un coreano o un buen thai.

Porque, reconozcámoslo antes de continuar, la mayor parte de los restaurantes orientales que pueblan nuestros barrios son el equivalente a ese local de tapas españolas que a veces vemos en los distritos turísticos de las ciudades que visitamos y en los que la carta ofrece un batiburrillo de paella-sangría-jamón-tortilla, cuando no de paella cuatro quesos. Algo, en el fondo, tienen de español, pero los españoles no comen así. Y con los restaurantes chinos o japoneses de la esquina tiende a pasar lo mismo.

Sopa Bok Choy. Bilbao

Sopa Bok Choy. Bilbao

Así que si tienes un poco de curiosidad, tratas de encontrar algo más auténtico. Y eso, aquí, si hablamos de cocina china, supone abandonar los barrios residenciales y buscar dónde come y dónde compra la comunidad china de la ciudad en la que te muevas. Algo parecido a lo que ocurre cada vez con más frecuencia con restaurantes peruanos o ecuatorianos. Una vez allí te das cuenta de que la carta tiene poco que ver con la del chino que tienes a pie de casa, que los ingredientes son diferentes y que, para terminar, los precios también son otros.

Son los chinos-chinos, los restaurantes chinos pensados para la comunidad china y no para el público occidental. Son esos sitios en los que es posible comer bien, auténtico y por apenas 10 euros. Cerca suele haber algún supermercado en el que conseguir esos ingredientes que traen de cabeza y que no localizas en ningún otro lado, da igual que sean lenguas de pato, medusas, ancas de rana o tendones de ternera.

Hasta hace no demasiado, este tipo de locales solía pasar desapercibido para la inmensa mayoría de la población. Estaban ahí pero no los veías. Digamos que, de alguna manera, tú no eras su público, así que ellos tampoco intentaban atraer tu atención. Poco a poco, sin embargo, algunos de ellos se han ido haciendo un nombre entre los aficionados locales a la gastronomía y se han convertido en lugares de peregrinación de los amantes de lo asiático.

Panes al vapor y cúpula de carnes

Panes al vapor y cúpula de carnes

Y aunque en Madrid y en Barcelona sean un fenómeno que empezó a hacerse visible hace ya unos años –cualquier aficionado ha pasado por el chino del aparcamiento de la Plaza de España, el Royal Cantonés o por el Rey de los Tallarines– en otras ciudades van emergiendo poco a poco. Hay más, muchos más, seguro. En la libreta de direcciones pendientes tengo referencias anotadas en Valencia y Alicante además, por supuesto, de unas cuantos en Madrid y Barcelona, pero estos son algunos de los que he podido probar de una punta a otra de la Península, casi siempre gracias al consejo de algún connoiseur local, y que, si te apetece una experiencia auténtica y el confort de la sala o la ubicación céntrica no te quitan el sueño, no deberías dejar de probar si tienes ocasión.
Chino-Bilbao
Bar Oriental Ki-Lin-Ke. C/ Marqués de Pickman, 72. Sevilla.
Hace un par de años era raro ver allí a algún cliente de rasgos occidentales. Hoy el boca a boca ha hecho su trabajo y cada vez en más frecuente encontrarte con mesas de parejas o grupos de sevillanos dispuestos a curiosear. Su medusa aliñada es el clásico para impresionar a los novatos, pero su pasta casera o su sopa de empanadillas no deberían faltar en la comanda.

El León de Oro. Fernández del campo, 8. Bilbao.
El planteamiento es, como en casi todos estos locales, muy similar: series chinas en la televisión, una carta en la que te mueves más bien por instinto, y siempre alguna sorpresa nueva por recomendación de los camareros. De nuevo las empanadillas, en este caso a la plancha, y las berenjenas al wok me parecieron bocados como para repetir.

Restaurante Yong. Avenida de Puxeiros, 68. Vigo.
En la zona industrial, ya cerca del vecino ayuntamiento de Mos y al pié del aeropuerto, en una de esas calles al otro lado de una rotonda por la que rara vez pasarás si no vas con indicaciones precisas de alguien, se encuentran el restaurante y el supermercado oriental más grandes de Galicia. De nuevo precios que te va a costar creer y nada de los clásicos arroces tres delicias, cerdo agridulce o pollo gong-bao. Déjate guiar o curiosea por esos vegetales cuyo nombre es posible que no conozcas y lánzate a ciegas a por cualquier plato de fideos. Es difícil que te equivoques.

Photo: Jorge Guitián


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