¡Ya está aquí el Carnaval! La fiesta es gastronomía: comida en abundancia de los frutos que da la huerta gaditana, el Atlántico, pues es allí donde se recogen los ostiones y los erizos que se han servido a cientos en la Plaza de San Antonio y en el Barrio de la Viña. Si nos pusiéramos finos diríamos la ostionada y la erizada, pero nosotros preferimos decir como los gaítas de Cái, que se echaron a la Caleta para tocar, cantar, escuchar, comer y beber la ostioná y la erizá. Esta fiesta, preludio del Carnaval, tuvo su antesala en una pestiñá (pestiñada) celebrada en la plaza de San Francisco donde corrieron por igual el anís y los pestiños (amén de otras bebidas, todo hay que decirlo).
Según nos acercamos a la Caleta a degustar los erizos recién sacados del mar, vemos un pulular de gentes que se pierden por las calles de la Viña—desde Pericón de Cádiz a Virgen de la Palma— en una fiesta que tiene ya más de treinta años, mantenida a flote en ciertas ediciones por el encomiable esfuerzo de las peñas. La sociedad civil también es gastronómica y las tradiciones, aprendemos, son las que mantiene vivas el pueblo.
Por las calles de la Viña, especialmente en el tablao que se montó al final de la calle Virgen de la Palma, se dejaron ver algunas chirigotas que alegraron el ambiente y que, por supuesto, compartieron los erizos con todos los que por allí estuvimos celebrando.
Cádiz ha sido otra vez una fiesta que entre ostión, erizo y cerveza, ha acrecentado nuestras ganas de vivir y disfrutar la vida.
El año que viene volveremos.
Fotos: Ernestina Causse
32 Comentarios