Hace unos años por estas fechas decidí subir a ver la Cabalgata de Reyes a un pueblo de poco más de seis mil habitantes cuyas fiestas tenían una extraña fama de generosidad a la que yo, desconfiada, no acababa de dar crédito.
El pueblo en cuestión es Villanueva del Ariscal, famoso también por su mosto, y se encuentra en el Aljarafe, a poco más de quince kilómetros de Sevilla. Lo primero que me llamó la atención fue vernos obligados a dejar el coche en el quinto pino —casi en sentido literal— pues, como me informé posteriormente, más de 20.000 personas se dan cita para ver esta Cabalgata: las calles del pueblo se quedan literalmente pequeñas y, aunque acabamos muy cerca de la salida, estábamos agolpados en una bulla digna del Postigo en Semana Santa, como se dice en Sevilla.
Son las cinco de la tarde y en la plaza, rebosante de gente, esperamos expectantes, algo atosigados la salida de la Cabalgata, pero no hace frío alguno en medio de la multitud. Una niña con un lazo rosa sujetándole la coleta, aupada sobre los hombros de su padre, se mueve nerviosa. La oigo decir: “Vamos a quedarnos aquí por si tiran balones”. Y es que la cabalgata tiene fama de repartir más de 40.000 juguetes (balones, peluches y otros), 15.000 kilos de caramelos y otros productos. Suenan las fanfarrias, trompetas y tambores, de la banda justo en el momento en que por la esquina aparece la primera carroza vistosamente iluminada. Las voces se mezclan con el entusiasmo de los niños y lejos de nosotros comienzan a llover caramelos y bolsitas rellenas, algún balón y otros objetos que no distingo bien.
La banda de música pasa junto a nuestra posición abriendo el pasillo por el que desfilarán las carrozas. Aparece entonces una segunda carroza mientras la primera está sobre nosotros. El griterío es ensordecedor, pero una voz infantil me taladra literalmente los tímpanos: “¡Tita, tita! ¡Aquí, tita!” Hemos ido a ponernos junto a una niña pequeña, sobrina, supongo de la estrella de la ilusión. Y veo que no sólo caen caramelos… No, no sólo son caramelos. A nuestro lado han caído pequeños juguetes y un par de balones.
De repente algo me golpea el rostro: un paquete de jamón serrano de aspecto inmejorable envasado al vacío; tras él, una bolsita con regañás mientras suena una música atronadora y los gritos de “¡tira, tira!” no cesan. Noto que me falta algo, quizás una copa de vino, un buen mosto, o dado el calor por la aglomeración un cerveza bien fresquita.
Acostumbrada a otras cabalgatas, me asombro, pero es gracias a Nieves —que no es ariscaleña, sino de un pueblo cercano— como me entero de la tradición chacinera de la Cabalgata de Villanueva del Ariscal: “La primera vez que vine a ver esto fue hace más de quince años y ya entonces tenía fama. Por entonces los reyes, sobre todo Baltasar—ya lo verás—tiraba jamones, chorizos, salchichones o quesos enteros. Era un espectáculo”. Le pregunto si no era peligroso (he imaginado el titular de prensa: “La esposa del alcalde, muerta por un jamonazo”) y me responde que el peligro eran las bullas que se formaban para hacerse con una de las codiciadas piezas.
Me asombro aún más de la posibilidad de una bulla más grande. Nieves, intentado liberar sus brazos para coger un paquete de caña de lomo, me dice entonces que el mérito es de la Asociación que organiza la Cabalgata: “Gratis, ¿eh? Lo hacen por amor al arte. Los empresarios se han sumado y desde hace unos años envasan al vacío los chacinas… ¡A veces he visto tirar hasta gambas!” Me doy cuenta de que algo ha sucedido, porque el griterío ha crecido: es la carroza de Baltasar que, como me anunció, Nieves, comienza a repartir chacinas a derecha e izquierda.
Termina de pasar la Cabalgata y tengo en mi poder dos balones, un par de peluches, un buen montón de caramelos y, sobre todo, cinco bolsas con jamón, caña de lomo y chorizo, además de tres con picos y regañás. Ahora, a buscar una bodega.
Es este año 2016 cuando hemos decidido ir por primera vez siempre nos hablaban muy bien de Villanueva del Ariscal somos de Mairena de aljarafe y nos hemos traído 2 bolsas negras de las grandes llenos de balones juguetes puzles y caramelos para el 2017 estamos alli sin duda alguna nos lo pasamos genial no cogimos chacina pero nos conformamos con lo q llevamos vivaaaa!!!! Villanueva del Ariscal!!!!