Almorzar en la vieja Lisboa

Hígado encebollado

El Mercado da Ribeira, en la vieja Lisboa, a orillas del estuario del Tajo, está ahora mismo un tanto decaído. Tras un buen puñado de años dejado a su suerte se decidió su remodelación. Se iban a instalar restaurantes, oficinas, salones de actos y, al mismo tiempo, mantener la planta baja con las paradas reorganizadas a disposición del público. Pero entonces llegó la crisis. Y allí sigue, el mercado, envuelto en unas obras eternas y con unas cuantas paradas aguantando pese a todo. No tiene ahora mismo el encanto de hace unos años, pero su nave de pescados sigue ofreciendo lo mejor de la ciudad y las zonas de verduras también merecen una visita. En una de las entradas traseras hay una pequeña tienda de productos africanos que es una auténtica delicia, llena de pescados secos desconocidos para mí, de todo tipo de aceites vegetales, granos y semillas.

Y enfrente de esa entrada, al otro lado de la calle, escondido tras las furgonetas de carga y descarga pasa casi inadvertido un pequeño bar, uno más de la serie que puebla esa acera y que tradicionalmente se encargaba de los almuerzos de los trabajadores del mercado. Parece uno entre tantos, así, a primera vista, aunque su oferta ha sobrevivido a las modas y a la decadencia y los precios siguen siendo los de otro tiempo. De ahí que sea uno de los pocos que mantiene su clientela natural y en los que es posible probar todavía la vieja cocina del puerto de Lisboa sin edulcorar.

Carapauzinhos_Almorzar_Lisboa

Carapauzinhos

Lisboa fue una ciudad de marineros, de estibadores, de operarios de mercado, de aguadores que arrastraban sus tinas por las cuestas; de gente con trabajos agotadores que necesitaba almuerzos contundentes. Una visita a Casa Cid a media mañana da una idea de en qué podían consistir. Lo primero es una jarra de vino blanco de la casa. Luego, curioseando en las pizarras y en el expositor sobre la barra, se puede ir uno diseñando su propio menú.

Podemos empezar, por ejemplo, por unos carapauzinhos (jurelitos) escabechados. Junto con ellos llega a la mesa una cesta de buen pan, de ese que apetece mojar sin pudor en el escabeche. A continuación, una ración de hígado encebollado. O tal vez unos rojoes (chicharrones de grasa) recién fritos. Pura contundencia. La corteza de cerdo, cocida y salteada, se sirve aliñada y fría.

Hígado encebollado_Almorzar_Lisboa

Hígado encebollado

Podríamos seguir con alguna fritura de pescado o las clásicas chamuças, la versión local de las samosas indias a la que los portugueses se aficionaron en la época en la que tenían colonias en aquella parte del mundo, pero eso lo podemos encontrar en casi cualquier bar de la ciudad. Lo otro, la contundencia calórica necesaria para alimentar a esos trabajadores portuarios, es algo que Casa Cid preserva como pocos. Su oferta se convierte, de ese modo, en una ventana a la cocina de otros tiempos en la ciudad, a aquellas épocas en las que los estibadores hicieron de la necesidad virtud y se sacaron de la chistera platos sabrosísimos a base del sangacho del atún, la parte roja, más llena de sangre, que se descartaba para las pescaderías. O a base de hígado y bazo, como las célebres Iscas con Elas, uno de los platos emblemáticos de la ciudad.

Corteza de cerdo aliñada_Almorzar_Lisboa

Corteza de cerdo aliñada

Todo eso sigue aquí, como el paté de sardinas, los cortes menos nobles del bacalao, las conservas más humildes y toda una tradición de cocina obrera que huele a mar, a puerto y a almuerzos casi de madrugada ¿Y los precios? Pues por esas cuatro raciones que comento, la jarra de vino y el pan pagamos, en total, 15€. A partir de mediodía las pizarras se llenan de guisos de pescados y de platos de cuchara, los precios siguen siendo igual de asequibles y esa atmósfera de otro tiempo que envuelve a Casa Cid sigue allí, presente como en pocos otro sitios de la ciudad.

Chicharrones de grasa_Almorzar_Lisboa

Chicharrones de grasa

La visita al Mercado da Ribeira está en muchos de los itinerarios de los que llegamos de fuera a la ciudad. Sin embargo, los locales que están a sus espaldas, situados en tierra de nadie entre los ultramarinos de aspecto más típico de la Rúa do Arsenal y el empinado acceso al barrio de O Chiado, suelen pasar desapercibidos. Hazme caso, métete entre los furgones y las cajas que se amontonan en la calle y acércate si te apetece probar el sabor de la vieja Lisboa marinera.

Al preparar este artículo se nos ha hecho la boca agua con:

Almorzar en la vieja Lisboa

Casa Cid

Casa Cid (O Sao Paulo). Rúa da Ribeira Nova, 32

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