No es la primera vez que hablamos en estas páginas de los nuevos talentos de la cocina mediterránea y, la verdad, seguramente estamos descubriendo nada porque en la actualidad la franja costera que va de Castellón a Murcia está que arde en términos de creatividad. Será porque el talento llama al talento, porque hay grandísimos nombres poniéndose en la primera fila culinaria de la zona, como el de Quique Dacosta o Ricard Camarena. Será por el motivo que sea, pero si siempre ha sido cierto que ahora que empieza el calor la costa mediterránea es una opción de lo más tentador, aquí te dejamos cinco motivos más para que no te la pierdas esta temporada; cinco nuevos talentos (de alguno ya te hemos comentado cosas, pero permítenos insistir, porque darán mucho que hablar en los próximos años), cinco enfoques diferentes y una misma cocina de base. El Mediterráneo está para comérselo:
Gnocchi de Mahón, bullabesa y trufa (Nou Manolín, Alicante):
De la barra del Nou Manolín ya hemos hablado. Es uno de los mejores ejemplos de barra de tapeo mediterránea, popular, con un producto excelente y un producto impecable. Lo que mucha gente no sabe es que el Nou Manolín cuenta con un comedor más formal, en el que ofrece la cocina de César Marquiegui y su equipo; un comedor donde el producto local sigue mandando, pero en el que se pueden encontrar propuestas de cocina más elaborada como estos espectaculares gnocchi de queso de Mahón con su bullabesa. Otra versión de la cocina de este clásico que sorprenderá a quien busque algo menos de bullicio.
Langosta con sopa de naranja y miso (Vinícolas, Valencia):
Raul Aleixandre es ya uno de los grandes de la cocina valenciana desde que hace años se hiciera cargo de la cocina de Ca Sento, el popular restaurante de sus padres. Tras una etapa en la que ha pasado por diferentes locales lleva ya unos meses al frente de este Vinícolas, en el que combina platos más populares, guisos de cuchara y arroces con una parte de la carta que basa en productos más nobles, entre los que la langosta se convierte en uno de sus fetiches, ya sea en su mítica caldereta, con patatas y canela o en platos que conjugan lo local con lo oriental como esta langosta con sopa de naranja y miso.
Salmorejo de remolacha con moluscos (Abiss, Calpe):
Platos frescos, propuestas centradas en el mediterráneo y servidas en un entorno de lujo son las principales del equipo del Abiss, un restaurante no demasiado conocido aun más allá de su zona más inmediata pero que, sin duda, acabará por convertirse en una referencia de la costa alicantina. Como ejemplo, este salmorejo, actualizado y servido casi como un acompañamiento para la explosión de sabores marinos que supone el surtido de moluscos mediterráneos que le sirven de guarnición y que traen el mar al paladar en cada bocado.
Jamón de Mar (Brel, El Campello):
De la cocina de Gregory Rome en Brel hablaremos próximamente, aunque centrándonos en su faceta más contemporánea y ambiciosa, la que propone a través del menú degustación. Sin embargo, el Brel no renuncia a sus raíces populares como local en el que picar algo informal en el paseo marítimo de El Campello y sigue proponiendo bocados rápidos, sencillos pero tan sabrosos como aquellos otros más elaborados. Un gran ejemplo sería este jamón de mar, una ventrisca de atún rojo servida sobre pan de cristal que es una auténtica delicia.
Caballa al vapor con caldo agripicante (Bon Amb, Jávea)
Alberto Ferruz destaca como uno de los nombres más sólidos de esta nueva hornada de cocineros levantinos. Y si lo hace por su apuesta por lo local y por una revisión del recetario de la zona lo logra también por esa combinación sin complejos de lo mediterráneo con lo asíatico. La suya es una cocina con gusto por lo especiado, por la acidez y la ligereza, capaz de convertir un pescado humilde como la caballa en una auténtica joya.
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