Donde comer y beber en Nueva York (I)

Lugares que no te puedes perder

Nueva York es uno de los paraísos mundiales de la gastronomía. Tierra de emigrantes, crisol de culturas, en Nueva York puedes probar de todo. Desde comida mexicana (totalmente extendida) hasta bebidas asiática, pasando por los take away puramente made in U.S.A y las creaciones más novedosas del mundo gastro.

Se acerca el puente de diciembre y si se te ha pasado por la cabeza que NYC puede ser un buen destino donde pasar estos días de vacaciones, en Comida´s Magazine te damos unas razones de más: repasamos algunos de los lugares más interesantes para comer y beber en la Gran Manzana. Empezamos por Manhattan, recorriendo sus diferentes barrios y acabamos al otro lado del East River, en Brooklyn.

ENTRE LA 42 Y LA 33

El ajetreo de Manhattan es constante: gente para arriba y para abajo, con maletines de oficina, trajes, tacones, bolsas de compras, casi todos, con un vaso de café en la mano. Y de repente, encuentras una isla de reposo. Broadway Bites es un mercado gastronómico temporal situado en Greeley Square Park, en la intersección de la calle 33 con Broadway.

Puestos de comida de varias nacionalidades con opciones para llevar (y seguir el ajetreado ritmo de la ciudad) o para disfrutar en las mesas situadas en el centro.

Pero no te creas que se trata de comida rápida como pizzas o hotdogs: es una cocina cuidada donde se pueden encontrar tacos mexicanos, ensaladas de todo tipo, dumpling chinos, padthai tailandés, currys de pollo o de pescado, helados italianos, carne a la barbacoa, crepes francesas, quesos europeos, patatas bravas, churros y ¡hasta paella!

Aunque para mi, el gran descubrimiento de este lugar es ¡¡el shushi burrito!! Como lo oyes. Se trata de una sorprendente combinación de pollo marinado, lechuga y varias verduras recubierto del arroz y el característico alga negra del sushi, que además no se come en pequeñas porciones, sino en ¡tamaño burrito! Sabor marino y a carne a la vez. Desde luego una mezcla que no deja indiferente.

Si eres amante de las ostras, tienes que hacer parada en Grand Central Oyster Bar & Restaurant , situado en la preciosa Grand Central Terminal, la estación de trenes que conecta la ciudad con las localidades vecinas. Así, mientras esperas a que llegue tu tren o sólo por el mero lujo de comer en un lugar que ha sido escenario de películas como “Con la muerte en los talones”, “Superman” o “Armageddon”, puedes degustar unas ostras acompañadas de un buen vino o cerveza.

En su carta se pueden ver más de 200 tipos de ostras diferentes, aunque, advierten, no todas se pueden pedir todos los días del año, sino que su disponibilidad depende de las condiciones climáticas.

Sus precios son un poco elevados, pero no se puede uno olvidar de la ubicación inigualable en la que se está. Habrás comido ostras muchas veces junto al mar, pero ¿alguna vez lo hiciste en la que es considerada la estación de trenes más grande del mundo?

Es un bar ruidoso y lo primero que llama la atención son sus manteles de cuadros rojos, que hacen, inevitablemente, sentirte muy como en casa. El lugar es famoso por las ostras, pero para quien no disfrute tanto comiendo este manjar crudo, también se puede degustar otros mariscos como langostas, gambas, vieiras, cangrejos o pulpo y una amplia variedad de pescado. Todo ello también disponible según temporada, claro.

HIGH LINE

Una de las zonas nuevas de Manhattan, el último furor para los neoyorkinos, es el High Line: una pasarela construida sobre una antigua línea ferroviaria de carga. Reformada, peatonal y decorada con árboles, se puede pasear por ella en las agradables tarde de otoño. Está elevada, por lo que bajo ella se encuentran muchas galerías de arte que se pueden visitar. Es ideal ver desde arriba lo que hay abajo, y si te interesa, a cada tramo hay escaleras y ascensor para ponerte a nivel de calle.

Desde arriba, y casi al final del pasadizo, hay varios puestos para tomar helados, comida, café pero sobre todo para disfrutar de las vistas a Jersey: se puede apreciar, al otro lado del río Hudson, un nuevo skyline con, cómo no, edificios altos y rascacielos.

Si se baja, podemos encontrar dos sitios interesantes. Santina, cuyas sombrillas de color naranja llamarán tu atención y te harán querer saber qué se cuece ahí dentro. Sus paredes son de cristal, por lo que desde fuera ya podrás ver su ambiente playero chic. Con aspecto caribeño, lo primero que te apetecerá nada más entrar es tomarte, como mínimo, un mojito: una barra llena de bebidas, frutas y plantas te da la bienvenida

Abierto en enero de 2015, cuando preguntamos a qué se debe el nombre del lugar nos cuentan que se llama Santina porque es el nombre de la madre del creador: el chef neoyorkino Mario Carbone.

Santina se define como una gastronomía “costera italiana” y dentro se pueden encontrar ensaladas, arroces, pasta, mariscos, carnes y pescados, aunque hay un plato que destaca sobre los demás, la cecina: una especie de crepe, igualmente fina, pero cuya base se hace con garbanzos. Como veis, comparte el nombre con el embutido vacuno que conocemos, pero no tiene nada que ver. Es típica de La Toscana italiana, sólo que allí se toma en forma de pastel. Carbone se inspiró en ello y ha creado este apetitoso plato que se puede rellenar con atún, tartar de cordero, setas, gambas o aguacate.

Bastante cerca de Santina se encuentra el mercado gastronómico Gansevoort, donde se pueden degustar muchos tipos de comida pero en la que destaca Mission Ceviche, un lugar donde, como su propio nombre indica, se puede degustar el plato más mítico de la comida peruana: el ceviche.

Dicen que el origen del nombre viene de dos palabras del inglés “see beach” (ver la playa) porque al comerlo puedes degustar el sabor del mar, sentirte cerca de él.

Se trata de pescado crudo cocinado en zumo de limón y leche de tigre, un jugo licuado con ajo y cebolla. Importante añadirle bien de sal, “porque es lo que deshidrata el pescado y lo prepara para que entre el cítrico a cocinarlo”, nos cuenta uno de los dueños del lugar.

Ésta es una técnica marinera, que comenzó a ser usada por los propios pescadores del Perú y que ahora no sólo triunfa en su país de origen sino que en la actualidad, a juzgar por la cola de espera para probar este bocado, también lo hace en Nueva York.

En este pequeño puestecito tienen varias opciones. El clásico, que además del pescado de la especie corvina, lleva cilantro, batata, cebolla, lechuga y dos tipos de maíz frito (choclo y cancha) cuesta 12 dólares. El Mixto, con camarones y pulpo, marinado con aji amarillo (un clásico de la cocina peruana y un indispensable en la preparación del ceviche), leche de tigre y limón se puede probar por 14 dólares. Y por dos dólares más, el Nikkei, con atún, sandía y ensalada de algas marinas.

Para saber qué tal está, qué mejor que preguntar a quien está consumiéndolo en la barra de este pequeño corner. “El único ceviche auténticamente peruano de Nueva York”, dice una de las chicas, peruana de origen. Y no creo que haya nadie mejor para juzgarlo que una auténtica peruana.

Y tras haber llenado nuestro estómago, una paradita para descansar. ¿Te ha sabido a poco? Tranquilo, porque esto no acaba aquí. Las opciones son tantas en Nueva York que no caben todas en un mismo post. Como sabemos que te has quedado con ganas de más, estamos preparando un segundo post para continuar este exquisito viaje gastronómico por esta increíble ciudad. ¡Atentos!